jueves, 28 de abril de 2011
Ya lo decía Alberto
En el medio de la batalla, una batalla sucia como pocas, el de siempre: Messi, dos veces Messi. Poco se puede rescatar de un partido que prometía mucho pero que al final se quedó en lo que se quedan siempre todas las cosas en las que anda metido José Mourinho: en polémica. Se echó de menos al fútbol. “Cada día sabemos más y entendemos menos”, decía Alberto.
Todo comenzó como siempre que se enfrentan los dos mejores técnicos del mundo; Guardiola apostó por la pelota, Mourinho por especular. Hasta ahí todo lícito. Los ánimos encendidos en las ruedas de prensa no hicieron más que contribuir a que el partido fuese malo con ganas, pero sobre todo, vergonzoso. Lo que ayer se vio sobre el terreno de juego -y camino del túnel de vestuarios, en la rueda de prensa…- es más propio de bandas citándose para pegarse en un callejón que de profesionales del fútbol. Una primera parte sin historia se convirtió en una escaramuza con Pinto expulsado por agresión en medio de una marabunta de empujones e insultos.
El partido se encaminaba irremediablemente hacia un empate sin goles. Bastó un futbolista sobrado de revoluciones para cambiar el rumbo del encuentro. Pepe entró en plancha a Alves –las imágenes demuestran que no hubo contacto- y el línea se ‘chivó’ de la acción a Stark. Pudo haberse quedado sólo en amarilla, pero si se juega al límite hay que saber a lo que uno se atiene; si se eleva la pierna más allá de lo necesario uno se arriesga a que el partido de un vuelco.
La expulsión enfureció a Mourinho, que acabó el partido sentado en la grada del Bernabéu. Y ahí, la clave. Cuando uno se ve obligado a jugar con diez jugadores toca tomar decisiones: o matar o evitar que te maten. Mourinho, desde su jaula, simplemente no tomó decisiones. Se limitó a mirar al vacío con cara de ofendido y a prepararse el guión de la conspiración que más tarde desarrollaría en la rueda de prensa.
“Iba a sacar a Kaká para jugar con más ambición”, dijo Mourinho en rueda de prensa, en una de las únicas frases en la que no cargó contra el equipo rival. El portugués había apostado desde el minuto 1 por atrincherarse. Son los riesgos de cuando se intenta jugar al ajedrez en un partido de fútbol. En los últimos veinte minutos blancos no se iba a ver al Brasil de los 70. Todo riesgo implica peligro, y Mourinho arriesgó. “Podíamos haber marcado si saliese Kaká”. Desgraciada o afortunadamente, el fútbol ficción no existe.
Sin Pepe en el centro del campo, Villa y Afellay fueron abriendo el campo para que Messi tuviese huecos por dentro. Y el de siempre volvió a aparecer. La primera vez tras una magnífica incursión en el área del holandés, que le puso el balón en boca de gol para que el argentino lo empujase. La segunda, en una jugada sólo permitida a la ‘Pulga’, un gol irrepetible para cualquiera salvo para él, en el que en una carrera de 40 metros esquivó a toda la defensa blanca. En el Madrid, la impotencia la personificaba Cristiano Ronaldo, que quería irse arriba y jugar. Mourinho no le dejó.
En los noventa minutos, poco fútbol –los últimos minutos del Barça- y mucha leña. Stark perdonó la expulsión a Marcelo por un pisotón a Pedro o a Adebayor por una agresión a Mascherano. También se guardó la tarjeta en una dura entrada del argentino. Reprochable la actitud de jugadores como Pedro, Busquets, Alves o Di María, que en ocasiones creyeron que estaban representando una obra teatral y no jugando al fútbol.
Y tras el pitido final volvió a estallar la guerra. Mourinho soltó bilis. Unicef, la UEFA, el Barcelona… Nada ni nadie se salvó de su lengua afilada. La Champions de Guardiola da vergüenza, y vivir en el mundo del fútbol, asco. Decía un amigo suyo, Albert –o Alberto- Einstein, que “dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás, es la única”. The Special One influye, tanto que los ultras de Concha Espina se han creído a pies juntillas su Teoría de la Conspiración. Nadie, sólo los que de verdad sienten ese club con más de cien años de historia, critica su falta de autocrítica. Ya lo decía Alberto: “Mientras haya un hombre, habrá guerra”.
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